Este 2014 se cumplen 97 años de su muerte de Auguste Rodin, considerado
uno de los padres de la escultura moderna. El escultor francés supo grabar su
nombre en la historia del arte con sus creaciones el pensador, el beso, la puerta del infirerno, Balzac, entre muchas de sus notables obras.
“En la naturaleza están todos los estilos futuros”, decía el
escultor francés Auguste Rodin (París, 1840 -Meudon, 1917), quien al parecer
hizo de esta filosofía el estandarte de su obra. Independiente y vanguardista
fue, sin embargo, duramente criticado -como todo visionario- por sus
innovadoras formas de producción.
No obstante, y pese a las múltiples críticas, hubo
personalidades que lo calificaron como un genio de la escultura, uno de los
padres del modernismo y uno de los grandes impresionistas. Calificativos más
que justos si tomamos en cuenta que Rodin dio un giro completo a los cánones
establecidos en la escultura, abriendo las puertas de la modernidad gracias a
su concepción del arte, compartida, en gran medida, con algunos de sus
contemporáneos como Monet, Renoir, Manet o Cézane, auténticos rebeldes contra
el academicismo imperante.
Revolucionar con las manos
La técnica que Rodin empleaba rompía con la clásica idea de
la figura como algo estático. Para el escultor, el artista no debía ser un esclavo
del modelo, al contrario era el artista el que escogía, con su propio ojo y
sensibilidad, el objeto a representar y por medio de su imaginación era capaz
de modificarlo para crear una imagen nueva a los ojos del mundo.
Lo que Rodin deseaba, en definitiva, era darles ‘alma’ a todas sus figuras. Efecto
que consiguió, en gran medida, a través del ‘vaciado’ (en la actualidad
conocemos estas piezas trabajadas en bronce, pero en su época Rodin las
elaboraba en yeso).
El proceso consistía, básicamente, en vaciar el yeso
(material usado como borrador y desechado por los escultores) como una manera
de criticar el circuito del arte y la
escultura en mármol (igualmente blanco, pero más costoso), que hasta entonces
era reconocida como la única forma
oficial.
Su mensaje era claro: la imagen es superior al material con
el que está construida.
Controversias
Algunas de las controversias que rodearon a Rodin, en vez de
perjudicarlo, terminaron beneficiándolo. Su fama de artista independiente y
vanguardista contribuyó a que muchos le hiciesen sus primeros grandes encargos.
El pensador, La puerta del infierno, Monumento a Balzac o Los burgueses de
Calais no dejaron dudas de su genialidad.
De igual forma, su tormentosa relación con la escultora -no
menos grandiosa- Camille Claudel (quien terminó sus días en un sanatorio)
también desató críticas; pero la insignia de maestro ya estaba sentada.
Rodin murió el 17 de noviembre de 1917, a los 77 años, en su
residencia de Meudon, cerca de París.
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