Gran escultor y uno de los principales artistas del
Neoclasicismo es Antonio Canova (Possagno, 1757 - Venecia, 1822). Entre sus
obras, algunas de las más conocidas de toda la historia de la escultura:
Paolina Borghese, Las Tres Gracias, Amor y Psique, Venus..., así como un gran
cantidad de retratos, cenotafios, etc. Además
fue un pintor de respetable nivel,
aunque no demasiado prolífico. Pero, sobre todo, Es un personaje fundamental en
la historia del arte porque a él se debe una interpretación de la estatuaria
clásica caracterizada por la pureza, la ausencia de color y el equilibrio que
no siempre se corresponde con el original greco-romano, pero que sus estudios
terminaron por asentar en el momento clave del nacimiento de la historiografía
histórico artística.
En cada obra el escultor muestra la sensualidad y la vida
del personaje marcada por un componente impetuoso de erotismo, donde el mármol
y el bronce encierran la esencia más secreta de la sensualidad. La frialdad que
oculta el material disuelve la carne y
la sangre del pensamiento antes de convertirse el mármol en arte. La
sensualidad de su trabajo detrás del cual se esconde una pantalla geométrica
rigurosa, una estructura marcada por cánones arquitectónicos graves de gran
clasicismo, sin embargo, la profunda inmersión en el arte del escultor Antonio
Canova, lleva su obra a un rigor conceptual de una ejecución sublime.
La obra de Canova es un acto de una realización difícil y atormentada. Es una
lucha en que los esfuerzos del artista por
llevar el inmovilismo del mármol elocuente a un estado sublime de arte
logra penetrar en esos bloques el esfuerzo dramático de los cuerpos con sus
movimientos, dándole aliento para que la escultura cobre vida y así el Maestro gana en todas sus obras su reto personal.
Admirar es percibir
estas sensaciones de un erotismo sutil, de
un toque sensual y delicado que el artista ha mantenido con sus herramientas y
con sus materiales, produciendo una
relación sublime entre el material y el
resultado de la manipulación, donde el escultor logra encontrar nuevos significados en la unión entre las membranas y
huesos delicados y frágiles, entre la epidermis y las costillas, como un
cirujano disecciona a un amante y a su amada logrando reconstruir con
dedicación cada detalle de sus cuerpos. Se revela a nuestros ojos una caricia
para siempre grabada en la boca deseada, o rasgos objeto de su pasión soñado,
que busca el amor en su esfuerzo inhumano. La obra del escultor logra que los
cuerpos de estas obras plásticas, revelen la esencia para intentar encontrar el
alma que vivifica y da aliento bañados
por una savia que busca que las figuras renazcan
donde antes todo parecía muerto y
cristalizada.
Víctor Manuel Guzmán Villena
diciembre 29 del 2014
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