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jueves, 11 de octubre de 2018

LA MELANCOLIA DE DURERO


El grabado Melancolía I de Durero en 1514, hace eco de una taxonomía Agrippiana y explica la de otra forma misteriosa numeración (ninguna Melancolía II o más elevada ha sido nunca encontrada). Este estudio de un robusto, ángel melancólico, obviamente atrapado en medio de una visión arquitectónica, con herramientas esparcidas y símbolos mágicos que la rodean, fue ampliamente distribuida y es sabido de haber pasado por lo menos dos diferentes impresiones. Por lo menos una copia del grabado llegó a Inglaterra, como Robert Burton específicamente lo menciona en su Anatomía de la Melancolía (Bur, p. 451). 

Si en el caso de los otros dos grabados que suelen asociarse con la Melancolía I, el Caballero, la Muerte y el Diablo y San Jerónimo en su celda, veíamos que cada uno se correspondía con una virtud, en este caso tenemos la representación de la virtud intelectual. Melancolía I significa la vida del genio profano en el mundo racional e imaginario de la ciencia y el arte.El Caballero... y San Jerónimo son dos vías diferentes de conseguir lo mismo. Pero Melancolía y San Jerónimo representan dos aspiraciones antitéticas. Se suele considerar que estos dos grabados son pareja, puesto que la abundancia de elementos opuestos casi como en un espejo es sorprendente. Melancolía es una mujer, sentada en un banco de piedra, en lo que parece un edificio inacabado. El lugar es frío y solitario, cerca del mar, en mitad de la noche (por un lado tenemos la sombra que proyecta la luna sobre los objetos, y por otro el brillo de un cometa encerrado en un arco iris lunar). A Melancolía le acompañan un angelote tristón y un perro famélico dormido a sus pies. También Melancolía está absorta, pero no en un trabajo sino en un estado de inactividad completa. Es indiferente a su aspecto descuidado, al cabello despeinado. Apoya la cabeza en el puño mientras que la otra ase mecánicamente un compás y reposa sobre un libro cerrado. Sus enormes ojos están abiertos y fijos, con expresión sombría.El estado espiritual atormentado de la mujer se traduce también en los objetos desordenados que la rodean: sobre el muro hay una balanza, un reloj de arena, una campana y un cuadro mágico con números. Al lado, la escalera apoyada en la pared sugiere los trabajos recién abandonados. En el suelo hay herramientas de carpintería y arquitectura, un tintero, una pluma y dos objetos simbólicos: una esfera de madera torneada y un poliedro de piedra. Resulta evidente que cada objeto es un símbolo deliberadamente amontonado junto a los otros, por lo que el autor nos plantea una lectura bastante compleja. Sería arduo tratar de analizar en profundidad todos los elementos y la lectura final de la alegoría, por lo que trataremos de repasar los más importantes y trascendentes en la historia del arte.Melancolía no era un estado depresivo, pasajero en el ser humano, tal como se la entiende hoy día.  

Desde la Antigüedad hasta la época de Durero, Melancolía era uno de los cuatro humores del hombre. Cada humor se asocia a uno de los cuatro elementos, de las cuatro estaciones, las cuatro edades del hombre, los cuatro vientos, los cuatro puntos cardinales y las cuatro fases del mundo. Melancolía era el peor considerado de los cuatro humores y se asociaba a la tierra, la sequedad, el frío, el viento Boreal, el otoño, la tarde y la edad de los sesenta en el hombre.Los hombres de constitución melancólica poseían una constitución física diferente de los otros humores, lo que afectaba a su color de piel (terroso), cabellos, ojos, a su vulnerabilidad ante ciertas enfermedades (mentales, la locura principalmente) y por unas características morales e intelectuales. Así, cualquier alteración del humor melancólico provocaba la locura. Incluso en ausencia de una patología declarada, los melancólicos pasaban por ser gente desdichada y descontenta, malhumorados y sombríos. 

De los melancólicos se decía que eran malvados, avaros, mentirosos, olvidadizos, apáticos y con tendencia al estudio en soledad.Antes de la Melancolía de Durero, esta alegoría sólo aparecía en tratados de Medicina y almanaques (por su relación con las cuatro estaciones). Se consideraba una enfermedad y se proponían como remedios la música, los azotes, las plantas acuáticas... Así, Melancolía aparece coronada por hojas de ranúnculos y lotos, para combatir su carácter.La Melancolía se asociaba a uno de los siete pecados capitales, la Pereza. Pero Durero cambia la Pereza por la inactividad, no por desidia sino por otros motivos. Está sumida en una intensa actividad intelectual, totalmente estéril. No continúa su trabajo por pereza sino porque le parece que no tiene sentido. Es la inteligencia la que paraliza su energía. El hecho de su superioridad intelectual se traduce en las alas que adornan su espalda, símbolo de la imaginación y la creatividad.Los diferentes objetos que la rodean son los atributos de la Geometría, que era la síntesis de las Artes Liberales, propias de los aristócratas, y las Artes Mecánicas, de los artesanos y villanos. Durero de este modo, intelectualiza la Melancolía y la asocia al Arte. Lo que está tratando de conseguir es identificar al artista con un carácter melancólico, dotado de ciertos rasgos que le hacen único y genial, puesto la Melancolía se asocia con Saturno. Saturno es el planeta de los creadores. 

Su influencia es terrible sobre el ánimo de los melancólicos, por lo que han de protegerse con talismanes astrológicos: la mala influencia se aprecia en el cometa, un fenómeno maléfico. La protección está en el cuadro mágico, conocido como la "mesa de Júpiter", cuyas cifras leídas en cualquier sentido suman 34. Además, incluyen las cifras de la muerte de la madre de Durero, que afectó mucho al artista (ocurrió el mismo año de 1514).En fin, los símbolos y los significados van mucho más allá de lo que razonablemente podemos incluir en esta descripción y sólo puede decirse que Durero realizó un auténtico manifiesto lleno de modernidad en la constitución del artista, tal y como hoy lo conocemos. Las características del artista como genio, atormentado por la creatividad, sometido a sus impulsos, huraño, solitario, etc., las acuñaron artistas renacentistas como Durero, que contribuyeron a crear un mito tan artifical como efectivo, puesto que se ha mantenido hasta nuestros días.

OTRA INTERPRETACION
Michel Tournier 

 Hay en la noción misma de la melancolía una admirable ambivalencia, pues la melancolía es etimológicamente la bilis negra, es decir, un líquido viscoso, amargo y nauseabundo, secretado por el hígado y acumulado en la vesícula biliar que tiene una función en la digestión intestinal. Algo poco exultante. Pero es también un estado de ánimo del que todos los siglos han cantado maravillas, desde la Antiguedad hasta el romanticismo. Y es además una maldición de prestigio que emana del planeta Saturno, el opuesto absoluto de Júpiter. Hay en la melancolía alma y cuerpo, pero hay más cielo y excremento. Implica una visión del mundo total y totalizante. 

Esta ambivalencia está contenida en ciernes en la teoría de los cuatro humores cardinales de Hipócrates y de Galeno, pues se articula con los cuatro elementos, las cuatro estaciones y las principales edades de la vida humana: Sin embargo, la melancolía también es una enfermedad. Es una suerte de folía mórbida que abomina de existir y calumnia la vida. La melancolía es reputada de amarga, avara y malvada. A decir verdad esto es de nuestros tiempos. La psicología y la caracterología no pesan tanto frente al psicoanálisis y la psiquiatría. El verdadero conocedor del hombre sigue siendo el médico. No hay mejor rejilla de desciframiento del ser humano que la patología. Dime tu enfermedad y te diré quién eres. En cuanto a la salud, no es -según la definición del doctor Knock- más que un estado amorfo, indefinible y que no presagia nada bueno. 

El prestigio incomparable de los melancólicos ya fue recalcado por Aristóteles: "Los melancólicos son naturalezas serias y dotadas para la creación espiritual'' (Problema XXX, I). El neoplatonista Marsiglio Ficino -nacido el 19 de octubre de 1433 bajo el signo ascendente de Saturno- escribió altivamente que la bilis negra, ``parecida al centro del mundo, empuja al alma a buscar el centro de las cosas singulares. Y la eleva hasta la comprensión de las cosas más elevadas, además de que se armoniza plenamente con Saturno, el más elevado de los planetas'' (De Vita Triplici). 

Nada mejor para circunscribir la naturaleza melancólica que considerar su opuesto, el carácter jupiteriano, "jovial'' exactamente. Este carácter jovial se expresa en la música, que constituye el mejor remedio al mal melancólico. "A decir verdad, con respecto a los males, soy muy temeroso, lo que tú me reprochas a veces. Acuso de una cierta complexión melancólica, y diría que es la más amarga de las cosas, si un recurso frecuente al laúd no me la hiciera más tranquila y más dulce'' (Carta de Ficino a Giovanni Cavalcanti). Alberto Durero dirá más tarde que la pintura es un arte melancólico y que es necesario amenizarla con la música, arte jupiteriano por excelencia. Evidentemente, no se puede evitar la referencia a la languidez del rey Saúl, que se mejora con el laúd del joven David. "El espíritu del Señor se alejó de Saúl y un espíritu malo lo agitaba, el Señor lo permitió. Y los siervos de Saúl le dijeron: `Vuestros siervos, que están frente a usted, buscarán un hombre que sepa tañer el arpa a fin de que la toque y que sea socorrido cuando el espíritu malo enviado por el Señor lo acoja...''' 

Ahora bien, Isaías tenía un hijo llamado David que tocaba el arpa. Lo mandó con Saúl: "Y David vino a Saúl y tocó frente a él. Y le gustó tanto que lo hizo su escudero. Cada vez que el espíritu malo se apoderaba de Saúl, David tomaba su arpa y la tañía, y Saúl se reanimaba y se encontraba aliviado, pues el espíritu malo se alejaba de él'' (Libro de los Reyes XVI). 

Como se ve, la melancolía de Saúl tiene un origen bien trascendente, puesto que es enviada por Dios. Pero se trata al mismo tiempo de una enfermedad que David remedia con su arpa. Toda la ambigüedad de la melancolía se encuentra ahí. 

Es probable que durante sus viajes por Italia, Alberto Durero descubriera los textos de Marsiglio Ficino sobre la melancolía. Su amigo Melanchthon -de apellido predestinado Schwarzerd (Tierranegra)- reconocerá en él a un gran melancólico: los tratados esenciales de este humor negro marcan la mayor parte de sus obras. Durero realizó dos estancias en Venecia. Tenía veintitrés años cuando desposó, en julio de 1494, a Agnes Frey. En el otoño partió a Venecia, de donde no regresaría sino hasta el invierno. Su segunda estancia ocurrió en 1505 y fue de dieciocho meses. 

Durero se declara en estas cartas entusiasmado por los venecianos, pero a la vez reprueba su vocación mercantil. Asimila la revolución de las ideas que implican no solamente la aceptación sino la estima de la especulación comercial, actividad principal de la República de los dogos. Especulación, palabra dotada de una admirable ambigüedad, pues significa a la vez tráfico de dinero y reflexión metafísica desinteresada. Ahora bien, son precisamente dos rasgos atribuidos tradicionalmente a los melancólicos. Se les dice avaros y llevados a la contemplación de las cosas elevadas. Durero se acordará de esto en la Melencolia I. 

Acerquémonos a estos tres grabados de 1514, que son la cumbre de su obra. Durero aprendió pintura en el taller de Michael Wolgemut, donde entró a los quince años. Pero salía del de su padre, orfebre y grabador. El metal será por excelencia su noble soporte, y el grabado en cobre el arte que funde soberanamente el talento, el genio y el artesanato más exigente. Durero es el maestro indiscutible del rasgo, del contorno preciso, del negro y el blanco. El caballero, la Muerte y el Diablo (1513), La celda de san Jerónimo (1514) y Melencolia I (1514) forman un conjunto de una belleza y de una profundidad inigualables. También hay que hablar de virtuosidad con lo que implica de juego gratuito, por ejemplo, ese reflejo sobre el muro de La celda de san Jerónimo de la luz fragmentada por los tragaluces de la ventana. 

Melencolia I ha dado lugar a incontables comentarios e interpretaciones inspiradas por la atmósfera abrumadora que se libera y la confusión que rodea al personaje central. Intentemos no retener más que un inventario de sus principales elementos. 

 De antemano está el ángel sentado, la mejilla apoyada sobre el puño izquierdo, con un compás en su mano derecha. Se trata de una mujer cuya complexión hace difícil concebir que sus alas la elevan. Está tocada con una corona (¿de laurel?) y vestida con ropa muy amplia. A sus pies, las herramientas del artesano-geómetra, un tintero, una esfera, una escuadra, un cepillo, una sierra, una regla, algunos clavos. En su cintura, una bolsa aparentemente bien surtida, símbolo de la riqueza mercantil de los melancólicos. Medio cubierta por la parte baja de la ropa, se percibe la extremidad de un clister. Este último objeto simboliza evidentemente el lado excremencial de la melancolía. El sol negro que ilumina el cielo está rodeado además por el círculo de Saturno, el Señor de los Anillos, el planeta anal. Entre los temas comunes de los tres grabados, se notan el sable y el perro. 

El "cuadrado mágico'' colocado sobre el muro ha dado lugar a las especulaciones más variadas:


La "magia'' de este cuadro consiste en que la adición de las cifras siempre da treinta y cuatro, no importa si es horizontal, vertical o transversalmente. Se creía que los cuadrados mágicos, muy en boga en la época, traían buena suerte. Constituían un intento de dominar y, en suma, domesticar el infinito de las cifras y de los números. Tratándose de Durero, se notará el lugar privilegiado que tiene en su "cuadrado'' la cifra 1514, fecha del grabado, pero también de la muerte de su madre, Barbara Holper, que vivía con él luego de haber tenido diecisiete hijos. Ese año, Durero hizo un retrato de la vieja dama enferma, un retrato grabado de una extrema crueldad.

También se puede interpretar a través de la numerología, cuya escala va desde el 1 al 9. Si sobrepasa este número se suma y te da  el resultado. En este caso la suma da 34. Sumado 3+4 es igual a 7, el número del Maestro, que representa a las personas amantes de la lectura, el estudio y las ansias por aprender. Tendentes a proyectar su vida en una esfera de idealismo y actividad intelectual. Habilidades para el análisis y la investigación y la inteligente búsqueda del conocimiento; mentalidad científica y con capacidad de inventiva; estudiosa, meditadora; de personalidad encantadora; amantes de la soledad y de la paz; perfeccionistas.

La atmósfera general es triste y pesada, pero baña en una calma estudiosa y espiritual que será el objeto mismo del grabado de ese año La celda de San Jerónimo. La melancolía no es ni la depresión ni la desesperanza. Pierre Mac-Orlan afirmaba que los melancólicos jamás se suicidan. Hay en ella una posibilidad de dicha. Como en la célebre definición de Víctor Hugo: “La melancolía es la dicha de estar triste.'' Pero antes de él Montaigne escribió: "Hay una sombra de delicia y delicadeza que nos sonríe y que nos transporta al seno mismo de la melancolía'' (Ensayos II, 20). 

Pero la interpretación más bella de la melancolía se encuentra en los Cuadernos de Paul Valéry -en los que el taedium vitae marcó profundamente la sensibilidad. ¿En qué sueña Melencolia? El poeta de la Jeune Parque responde admirablemente a esta pregunta. Lo que abruma de tristeza al ángel coronado es la horrorosa masacre de todos los posibles que el curso de la realidad exige.
"Aparición de la Divina Melancolía bajo la figura de un ser joven -niña virgen o héroe- cargado por el esmero de lo que no ha sido, de lo que no ha podido ser -de todo lo que hincha el corazón de lágrimas que no pueden brotar-, de una ternura sin respuesta. 

 Su voz es infinitamente dulce y velada, como si se dirigiera a ella misma y sin interlocutor concebible. Porque esta criatura está más allá de lo posible. Está, por tanto, más allá de la vida y del mundo, y sin embargo es una viva injuria a Dios, pues la Omnipotencia es incapaz de recobrar lo que no fue -y el engaño del mundo creado en relación a los humanos. Tema de la impotencia divina.
"Athikté llora y sus piernas se doblan lentamente. Se adormece en lágrimas'' (Cuadernos, II 1336-1337).

Traducido del francés por José Abdón Flores de León

OTRA INTERPRETACION
Javier García Blanco

En más de una ocasión me han preguntado cuál es el artista que más me gusta, o cuál me parece más "misterioso". Como es lógico, y como os sucederá a muchos de vosotros, me resulta imposible escoger a uno sólo. Pero aunque tengo muchos artistas favoritos –cada uno por los motivos más variados–, sí puedo decir que uno de ellos es el alemán Alberto Durero (1471-1528).

Y aprovechando que acaba de inaugurarse en el Museo Guggenheim de Bilbao una exposición dedicada a su obra en plancha, es decir, a sus grabados, he decidido que era un buen momento para mencionar una de sus obras, que se encuentra entre las llamadas Estampas maestras de este genio del Renacimiento alemán.

Si os habéis fijado en el título de la entrada, ya sabéis que me refiero a Melancolía I (1514). En realidad, esta obra –al igual que otras del célebre artista– necesita un análisis muy, muy extenso para desentrañar todos los enigmas que encierra. Pero como tal empresa resulta excesiva, me limitaré a recoger aquí algunas de las hipótesis más extendidas, que han intentado dar una explicación satisfactoria al trabajo.

Un rápido vistazo al trabajo nos permite observar que, en primer lugar, destaca una figura femenina, provista de alas, y que parece identificarse con un ángel. Apoya su cabeza –coronada de hierbas– en una de sus manos (con la otra sostiene un compás), y el rostro aparece en sombra. Junto a esta figura principal observamos también un niño, apoyado en una piedra de molino, y que está pintando sobre lo que parece una tabla o una pizarra. Junto al pequeño, vemos un poliedro que llama poderosamente la atención (y que oculta parcialmente un crisol encendido) Crisol es una cavidad en los hornos que recibe el metal fundido. El crisol es un aparato que normalmente está hecho de grafito con cierto contenido de arcilla y que puede soportar elementos a altas temperaturas, ya sea el oro derretido o cualquier otro metal, normalmente a más de 500ºC. Algunos crisoles aguantan temperaturas que superan los 1500ºC. También se le denomina así a un recipiente de laboratorio resistente al fuego y utilizado para fundir sustancias. Es utilizado en los análisis gravimétricos.En sentido figurado, la palabra crisol significa también un lugar donde interactúan y se unen diferentes ideas, personas, nacionalidades, culturas, etc. dando lugar a una síntesis de todas ellas, así como una escalera de siete peldaños que asciende hasta una torre o edificio del que no se vislumbra su final. Junto a la escalera vemos una especie de cometa, además de un animal que parece un murciélago, sosteniendo una cartela con el texto "Melencolia I", que evidentemente dan título al grabado.

En la parte superior derecha descubrimos una balanza, un reloj de arena, una campanilla y, bajo esta, un cuadrado mágico, en el que la suma de las celdas da siempre 34. El cuadrado mágico de Alberto Durero, tallado en su obra Melancolía está considerado el primero de las artes europeas. En el cuadrado de orden cuatro se obtiene la constante mágica (34) en filas, columnas, diagonales principales, y en las cuatro submatrices de orden 2 en las que puede dividirse el cuadrado, sumando los números de las esquinas, los cuatro números centrales, los dos números centrales de las filas (o columnas) primera y última, etc. y siendo las dos cifras centrales de la última fila 1514 el año de ejecución de la obra. Finalmente, en la parte inferior vemos un perro dormido y una serie de herramientas: una esfera, unos clavos, una sierra, una regla, etc...

Una de las lecturas más extendidas alude a la llamada teoría de "los cuatro humores". En la Antigüedad clásica –y en épocas posteriores, entre ellas el Renacimiento–, era popular la idea de que el ser humano estaba influido física y anímicamente por cuatro fluidos o "humores": sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. La mezcla de dichos fluidos o humores, y la mayor presencia en el ser humano de uno de ellos (la situación ideal era la del equilibrio entre tales fluidos), determinaban el carácter, la personalidad y la salud de los individuos. En esta teoría entraban también en juego los efectos de algunos planetas, las cuatro estaciones, los cuatro elementos o los cuatro vientos, entre otros factores. De este modo, el grabado de Durero estaría aludiendo al carácter melancólico. De hecho, la melancolía se conocía también como bilis negra y, como ya hemos dicho, el rostro del "ángel" del grabado aparece sombreado, oscuro, lo que parece una clara alusión a este carácter.

Curiosamente, durante el Renacimiento se reivindicó la figura del melancólico como reflejo de la genialidad y la creatividad del artista. Y personajes tan notables e influyentes como el filósofo neoplatónico y ocultista Marsilio Ficino (1433-1499), hicieron lo posible por ensalzar este temperamento melancólico. Otra evidencia de la influencia de Ficino la encontramos en el cuadrado mágico que aparece en el grabado (otro día hablaremos con calma de los cuadrados mágicos). Al tiempo que reivindicaba el temperamento melancólico, Ficino ensalzaba también al planeta Saturno, directamente relacionado con este temperamento (de hecho, el filósofo florentino y otros neoplatónicos se llamaban a sí mismos saturninos). Sin embargo, reconocía el carácter parcialmente negativo del planeta, por lo que recomendaba el uso de talismanes para compensar sus efectos nocivos. Y así, este cuadrado mágico presente en el grabado, sería uno de estos talismanes de propiedades benéficas.

Sin duda alguna, la teoría de los humores está presente en la obra de Durero. Y tenemos más evidencias de ello, que además señalan hacia teorías complementarias de la época.

La cartela que sostiene el misterioso y desagradable murciélago, con el lema Melencolia I, está haciendo referencia a las ideas de otro célebre personaje renacentista: el mago, cabalista, ocultista y filósofo alemán Cornelius Agrippa de Nettesheim. Según recoge Agrippa en obra De Occulta Philosophia, el hombre es capaz de alcanzar todos aquellos logros espirituales e intelectuales que se proponga con la ayuda "de lo alto", bien a través de sueños proféticos o mediante la influencia –otra vez– de Saturno. Sin embargo, la interpretación de Agrippa ampliaba la de Ficino, pues atribuía al planeta la facultad de influir también en la imaginación y en la razón, y no sólo en la mente intuitiva. Es casi seguro que Durero conoció las tesis de Agrippa, e incluso es probable que conociera al ocultista personalmente. Por tanto, no sería de extrañar que sus ideas terminaran por influir en algunas de sus obras de arte (otro día veremos una pintura de Durero que así parece confirmarlo).

Las interpretaciones herméticas, esotéricas y ocultistas del grabado no terminan aquí. Otros autores han añadido, además de las mencionadas, una lectura en clave alquímica. Para estos estudiosos, la alusión al temperamento melancólico tendría una significación en relación con la Gran Obra. Así, la bilis negra correspondería con el nigredo, una de las fases del proceso alquímico. Bajo este prisma, la lectura del título del grabado adquiere un sentido muy concreto.

La balanza y el reloj de arena, serían símbolos de Saturno. Este planeta está asociado, en alquimia, al color negro (nigredo), y al plomo, el metal utilizado inicialmente por los alquimistas. Hay también una rueda de molino, símbolo de la «vía seca», uno de los métodos para la obtención de la Gran Obra, y también emblema de la putrefacción.

La alusión al nigredo está también presente en el rostro oscurecido del ángel, que sería un hermafrodita alado. El poliedro sería también símbolo de Saturno; la escalera de siete peldaños indicaría los pasos que debe seguir el alquimista. Por otra parte, la esfera y el poliedro aludirían a la geometría como base de la alquimia. Otros símbolos de tinte alquímico serían –siempre según esta interpretación–, el perro, las herramientas dispuestas en el suelo y el crisol encendido, que casi pasa desapercibido, semioculto por el poliedro.

Finalmente, algunos elementos podrían esconder también –sin que excluyan los significados anteriores– otros elementos. Así, por ejemplo, en el cuadrado mágico podría leerse, tal y como señalan algunos autores, la fecha de la muerte de la madre del artista, Barbara Dürer. En la primera fila vemos: 16 - 3 - 2 - 13. Estas cifras podrían interpretarse así: 16, 3 + 2 (=5, mes de mayo) - 13 (1+3= 4, en alusión a 1514), dando la fecha de 16 de mayo de 1514. Esta interpretación se vería confirmada por la presencia de la campanilla (sería una campanilla fúnebre), y el reloj de arena nos recordaría la fugacidad de la vida. De este modo, el ángel melancólico del grabado sería el propio Durero, hundido en ese estado por la fatal pérdida.

Como podéis ver, interpretaciones no faltan. Sin duda, todas las aquí comentadas tienen elementos que las respaldan. Personalmente creo la teoría de los humores, con influencia tanto de Ficino como de Agrippa (y especialmente de este último), en alusión al influjo creativo de la melancolía, es la más  satisfactoria. La hipótesis alquímica no me convence tanto, aunque no me atrevo a descartarla. Y algo similar opino sobre la visión del fallecimiento materno, que además sería compatible con las anteriores, pues nada impide que la obra ofrezca varios mensajes a un mismo tiempo. De un modo u otro, sin duda Melancolía I parece ofrecernos un "autorretrato" del propio Durero quien, con probabilidad, se veía así mismo como un espíritu melancólico y taciturno, un artista creador dominado por el influjo de Saturno.

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