Publicado en RT Noticias : 21 jul 2016 16:02 GMT |
La reciente exhumación de los restos del pintor impresionista más
importante de Venezuela resolvió un misterio: el paradero de Juanita, la musa
del artista que lo acompañó durante toda su vida en El Castillete de Macuto.
De ella se dice poco. Musa,
modelo, compañera. Su aparición en la vida del célebre pintor venezolano
Armando Reverón es tan incierta como el lugar donde reposó por última vez. Pero
el misterio ha sido resuelto.
El cuerpo de Juanita, la figura
inmortalizada en la obra del pintor de la luz, apareció. El hallazgo es
reciente y había permanecido en el anonimato porque las autoridades aún no han
decidido qué hacer con los restos de la mujer que ejerció su dominio en la
corte de muñecas que habitaron El Castillete de Punta de Mulatos, ubicado entre
el piedemonte y las playas azules del estado Vargas.
La noticia fue confirmada en
exclusiva para RT por el ministro de Cultura, Freddy Ñáñez. Sin embargo, los
detalles del proceso los ofreció el presidente del Instituto de Patrimonio
Cultural (IPC), Omar Vielma, quien -junto a la artista Morella Jurado,
presidenta del Instituto de las Artes y el Espacio (Iartes)- encabezó, durante
dos años, la comisión encargada de trasladar el cuerpo de Reverón al Panteón
Nacional.
"Sacamos la lápida para
levantar a Reverón -cuenta Vielma- y, cuando estamos abriendo, aparece un
primer cuerpo y detectamos que es el cuerpo de una mujer. Ahí empieza el tema,
porque nosotros en toda la documentación que buscamos previamente para saber
dónde estaba Juanita, no teníamos nada, ni siquiera en el Cementerio General
del Sur, en los archivos, aparecía Juanita enterrada en ese lugar".
Historia esquiva
Porque todo es dudoso. Montes,
Mota, Ríos. Del apellido de Juanita no hay certezas sino ambigüedades que se
repiten conforme pasan los años, lamenta la investigadora y curadora del Museo
de Bellas Artes de Caracas, Gladys Yúnes, mientras lee por teléfono al menos
dos versiones de cómo la modelo predilecta de Reverón apareció en la vida del
artista.
La primera es la más común,
representada por el cineasta Diego Rísquez en su película "Reverón",
y dice que se conocieron en una fiesta de carnaval en 1918. La segunda,
relatada por el ensayista, poeta y crítico, Juan Liscano, asegura que el primer
escarceo fue durante una cena en la casa de la familia Castillo Lara, de
Maiquetía, donde Juanita era criada.
"Reverón gustó de Juanita al
verla, y mientras servía la cena le agarró la pierna y le susurró: 'esta noche
me meto en tu cuarto'. Dicho y hecho. En la madrugada se la llevó para un hotel
en Villa de Cura, de allí a La Guaira y luego, a compartir su vida cuando
levantó El Castillete", dice Liscano en su libro El erotismo creador de
Reverón.
Según Liscano, Juanita le contó
que mientras Reverón estudió en la Academia de San Fernando, en Madrid, el
profesor Manuel Marín le dio tres consejos al artista para realizarse como
creador: procurarse dinero, un techo para aislarse y "buscar la compañía
de una mujer humilde". Si el relato es cierto, el pintor cumplió con los
tres requisitos gracias al dinero de su madre, la vida de asceta en El
Castillete y el origen llano de aquella fémina de formas turgentes que él
retrató en azul-blanco-sepia.
Pero el titubeo histórico también
rodea la muerte de Juanita. Después del fallecimiento de Reverón en 1954, ella
vivió sola y en la indigencia en El Castillete, amparada por la atención de
algunos amigos de la viuda del hombre por quien, cada 10 de mayo, se celebra el
Día del artista plástico en Venezuela.
Juanita desnuda |
Un paro cardíaco detuvo la vida
de Juanita en el Hospital Vargas de La Guaira, en agosto de 1972, y de sus
restos no se supo más. Al menos en los registros.
Nombre equivocado
Por eso, cuando se descubrieron
los restos de mujer en la misma fosa de Reverón, la primera opción fue chequear
los registros del Cementerio General del Sur para confirmar la sospecha de que
eran los de Juanita. La búsqueda fue infructuosa porque, recuerda Vielma,
"en los archivos, el cuerpo aparecía con otro nombre".
El pálpito, no obstante, era
fuerte. Lo que confirmó el hallazgo fueron las prendas de vestir que aún se
conservaban entre el polvo calcáreo de unos huesos gráciles, de mujer, y que
coincidían con el último ajuar que le pusieron al cuerpo inerme de Juanita.
Mota, Montes, Mata o Ríos.
Juanita posa para Reverón con un
penacho de plumas en El Castillete.
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No es gratuito que Liscano
escribiera: "Juanita Ríos (a veces apellidada también Mota, Mata y hasta
Montes)".
El lío legal
El protocolo para exhumar un
cuerpo no es sencillo, si es el de Reverón, menos. "Era delicado, había
que habilitar al Ministerio Público, Acervo Histórico, Patrimonio Cultural, a
la Asamblea Nacional -enumera Vielma-, bueno, eso nos llevó dos años. La
burocracia nos obligó a cumplir una cantidad de requisitos".
Una semana antes del acto en el
Panteón, pautado el pasado 10 de mayo, fueron por el cuerpo de Reverón. Un
féretro especial, diseñado por el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (Ivic), se habilitó para el traslado de los restos. El equipo no
sólo iba armado de instrumentos forenses sino también de fotografías del día
del sepelio del artista, sacadas de la Galería de Arte Nacional, con señas de su
urna, la ropa que tenía en su velatorio y cualquier detalle que permitiera
reconocerlo después de 62 años bajo tierra.
Pero en vez de toparse primero
con el féretro de las fotografías, "que se parecía al del conde Drácula,
así, como hexagonal", el hallazgo fue aquella urna donde encontraron a la
mujer. "Fuimos por un cuerpo y encontramos dos". Pero llevárselos no
iba a ser sencillo.
Colocaron los restos de Juanita
en una urna pequeña, de las que se utilizan para sepultar niños, que
consiguieron en menos de dos horas, mientras continuaba la excavación.
Entretanto, las autoridades debían decidir si permitían el traslado de ese otro
cuerpo de un cementerio caraqueño azotado por profanadores de tumbas:
"casi 90% de las lápidas alrededor de la de Reverón estaban
abiertas", relata Vielma.
La musa del artista plástico más importante de Venezuela |
El equipo forense dio con
Reverón, sepultado un poco más abajo, en esa urna particular que recordaba
alguna versión cinematográfica del famoso libro de Bran Stoker. Aunque quedaba
muy poco de sus huesos y apenas vestigios de la ropa, la clavícula y un trozo
de mandíbula confirmaron la identidad del artista plástico.
Los amigos de Juanita habían
cumplido, con un sigilo sospechoso, la última voluntad de Reverón: que el
cuerpo de la mujer con quien vivió toda su vida durmiera para siempre junto a
él, como en los mejores tiempos de aquel Castillete poblado de muñecas, pájaros
y animales amaestrados como Pancho y Pepe, los monos del artista.
Imagen de El Castillete antes de que la tragedia de Vargas, en 1999, lo dejara en ruinas. |
¿Juanita al Castillete?
El inesperado hallazgo del cuerpo
de Juanita planteó un dilema para la comisión que llevaría los restos de
Reverón al Panteón: ¿Era justo separarlos?
"¡Yo de bromita -confiesa
Vielma- estuve a punto de cometer un exabrupto legal! Tuve el atrevimiento de
decirle a la juez: '¿Y si no decimos nada y los llevamos a los dos al
Panteón?'. Pero obviamente era una locura que ella no podía admitir aunque
quisiera".
Pero si de Vielma hubiese
dependido, la enterraba de nuevo junto al artista. "Juanita forma parte de
imaginario de Reverón y tenemos que darle los honores respectivos, ella era su
musa (...) hay que visibilizarla", insiste el presidente del IPC, quien
lamenta que, de momento, la historia los haya separado.
La opción que se baraja, mientras
el cuerpo de Juanita sigue bajo custodia de la Fiscalía, es que sus restos
reposen en El Castillete, reconstruido recientemente por el gobierno venezolano
en alianza con la comunidad. De la estructura, hecha por el mismo Reverón,
apenas había quedado barro sobre barro. El deslave que ocasionó la tragedia de
Vargas, en 1999, azotó sus muros hasta reducirlos a ruinas.
Periodistas, amigos y coleccionistas frecuentaban a la pareja. |
Con la reconstrucción del
Castillete, resuena entonces la pregunta que hizo en su discurso de orden el
artista y poeta Juan Calzadilla, antes de inhumar los restos del artista
plástico más importante del país: "¿Acaso no puede decirse que ha renacido
otro templo, cuidado si no de igual importancia, al Panteón donde ahora
estamos?". Tal vez Juanita sea la primera en demostrarlo.
Nazareth Balbás
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